Y a la larga estos tiempos violentos no son más que puntos suspensivos que se suceden, que puestos en línea (la línea que te imagines, recta, estirada, con ondas o sin ellas, hecha con estrictos manuales de construcción de líneas o puesta ahí por el azar, en la arena por el mar) no dan cuenta de nada a los extraños de mi historia, aquellos puntos no se delimitan los unos de los otros, no se sabe si aquel punto es del tríptico de la diestra o la siniestra y todo se configura entonces tan sólo como una continuidad discontinua... Sólo se podrían hacer notar algunos puntos suspensivos, elegidos entre todos bajo algún azar propio del Fausto de Goethe o de las notas del "violín del diablo" del Caprice N° 24 de Paganini, sería posible encerrándolos, a esos tres personajes, en medio de unos paréntesis, pero quizá entonces no harían más parte de la absurda continuidad(...)
Siempre he tenido sentimientos por esos condenados puntos, dicen siempre lo que deben decir y comunican coherentemente nuestros pensamientos en momentos donde las palabras no alcanzan
ResponderEliminarTambién amo los puntos suspensivos, creo que ellos hacen parte de mis faltas ortográficas por el exceso de (mal) uso que les doy...
ResponderEliminarY una pregunta: ¿Eso de 00:59 es una especie de agüero?